domingo, 31 de enero de 2010

Pensamientos flojos VI - Desesperación

3 minutos. Hey, quedan tres minutos. 3 minutos que alcanzan para salir de la casa y abordar un taxi sin perder las piernas, pero no para esto.

2 minutos. Hey, quedan ahora 2 minutos, 2 minutos que alcanzarían para una llamada de confirmación a una cita de un trabajo, de ésos que acortan distancias y ruidos extraños en la calle, pero no para esto.

1 minuto. Hey, queda un minuto. 1 minuto que alcanza para subir las escaleras y entrar en el aula o en la cabeza de un gigante amoblado, pero no para esto.

No para esto, carajo, no para esto.

Ni siquiera para pensar en qué podría servir ahora el tiempo que se me acumula en mi contra, maldita sea.


(Carajo, malditos minutos gregarios...)

Pensamientos flojos V - Un intento de aforismo

Ahora mismo recuerdo sólo una forma de conjurar la tristeza de los jueves: encontrar, cuando el ciclo del año en curso lo permita, el anillo que protege la luna llena, y ponérselo en los ojos.

domingo, 24 de enero de 2010

Divagaciones

Estos últimos días han sido de gran beneficio para mí, he leído bastante, he reflexionado sobre muchos asuntos (que tenia regados por mi mente), he sentido con más intensidad y he logrado producir varios intentos poéticos; no debería quejarme. Sin embargo el miedo social y las pocas posibilidades visibles de conseguir dinero me angustian en demasía. Y es que por primera vez en mi vida me siento desempleado, es una tétrica y extraña sensación para mí. Pues desde que Salí de la universidad he estado vinculado en los planes mecanicistas que tienen la sociedad de consumo preparados para el hombre.

Creo que esto no sería malo si estuviera a miles de kilómetros de aquí, pues podría dedicar más tiempo para mí mismo y mis cosas, pero en este lugar siento las miradas mimetizadas de la gente que espera que pronto pueda decirles “ya estoy trabajando” aunque esto no les sirva de nada, o mejor si, quizás como un adorno, un florero en su cabeza, lo escuchan una vez y ya con eso les basta, solo les interesa que diga esas mágicas palabras y el tema no se vuelve a tocar.

En fin, podría decir que todo anda bien, pero no es así, a pesar de que he podido conectarme más conmigo mismo y mis deseos, aun ronda el fantasma que te inculcan desde pequeño en el cual debes funcionar en sociedad, o al menos aparentarlo, para que los otros no pongan los ojos sobre ti, como si fueras un bicho raro o un tipo lleno de moscas. Estar conectado contigo mismo no es una forma de quitarte de encima de nadie; a menos que por eso logres reconocimiento o dinero, vaya cosas.

Este año con Durazno rojo


Se ha terminado el año y nuestro blog sigue creciendo, no sé qué tan productivo haya sido para nuestro pequeño clan de lectores(si es que aun siguen ahí), pero para nosotros como bloggers ha sido un ejercicio muy enriquecedor. Hemos logrado atravesar la barrera de la indisciplina a la hora de escribir, lo que a largo plazo definitivamente nos beneficiará en cuanto a la calidad de los escritos, al menos eso esperamos.

Pienso que a estas alturas de inicio de un nuevo ciclo en nuestra sociedad, asociado al nuevo año, es importante hacer una reflexión sobre este blog y su sentido, su razón de ser.

Hace algunos años inicié un blog al cual titulé: un poco de vida, ese espacio que en su momento fue producto del auge de los blogs, me llevo a una profunda reflexión con respecto al sentido que tiene la narración en la vida de una persona. En ese tiempo, ya lejano en mis recuerdos, comprendí que nuestra psique logra fluir de manera más fácil cuando dejamos proyectar libremente nuestras emociones, como ocurre en el acto de escribir; en reiteradas ocasiones nuestra mente logra huir de la censura, al igual que con los actos fallidos, los sueños y en el proceso de terapia tras soportar enormes dificultades.

El proceso de escritura logra trascender la oralidad debido a que el acto de escribir deja un producto palpable que permite organizar la cabeza del escritor, produce una concatenación que permea en la reflexión crítica sobre los diferentes procesos que abarcan la vida y produce transformaciones que pueden llegar a perdurar en el tiempo.

Es decir, el proceso de escritura de este blog no solo me ha permitido practicar esta tecnología; sino que me ha facilitado el darle sentido y orden a los pensamientos y formas de cómo almaceno y ordeno el universo. Habrá otros modos sin dudas de darle sentido a la vida (oración, meditación, artes marciales, deporte, etc.) pero yo creo que plasmar los puntos de vista que se tienen sobre el mundo que te rodea, así como las emociones que te produce es sin lugar a dudas una gran oportunidad de dar sentido y descubrir la forma cómo quieres relacionarte con el mundo. Seguiremos en la búsqueda.

sábado, 23 de enero de 2010

Autodiálogo entre el sopor (¿Parte I?)

- Tengo la impresión de que estoy logrando superar poco a poco los bloqueos téxticos frente a la pantalla del PC, que me espera siempre con indiferencia cada vez que intento sacar alguna cosa de mi cabeza para ponerla aquí. Ahora bien, pensando un poco en la dificultosa actividad de escribir en un artefacto tan multifuncional y tan frío (y tan caliente a la vez: sólo basta poner la mano en la fuente de poder de un computador para darnos cuenta del calor doloroso que genera), que me provee de muchas distracciones, me llena de muchos peros y me saca mucha energía, pienso que la lucha habría sido menos dura si, en vez de luchar contra el monitor con el procesador de texto en blanco, hubiera volcado mis esfuerzos en dominar de nuevo el papel periódico de mis blocks de notas, en los que usualmente me he sentido cómodo al escribir, dejando el computador para las transcripciones y correcciones antes de la publicación en el blog.

- Es una muy buena observación, a mi parecer. Sin embargo, debo preguntarle, aun si a usted esto pueda incomodarle: ¿Por qué no lo hizo en su momento? ¿Qué pasó en la brecha existente entre el pensamiento y el movimiento, de la que dependen precisamente los fallos de muchas decisiones y muchas acciones en este mundo, su mundo en este caso? ¿Quería acaso evitar los facilismos, imponerse un reto poco práctico y potencialmente frustrante? ¿No lo tuvo en consideración sino hasta cuando fue un poco tarde, es decir, cuando logró, con ímpetu pero con muchos tropiezos, un cierto avance al momento de escribir, avance que no es de todos modos muy grande, en el equipo multitarea, mal necesario y único puente por ahora para usted hacia la atarraya, que empero le hacía difícil concentrarse en sus escritos porque produce en usted una paradójica aridez para las tareas y el ocio constructivo, ofreciéndole por otro lado una esquizofrénica fuentería de datos y entretenimiento descarado, basado, en el peor de los casos, en la búsqueda incesante y casi que pervertida de juegos mata-zombies y en la edición de artículos inútiles de la Wikipedia?

- Es posible que sea una combinación de todo eso. No se, pienso que los estímulos que me causaban distracción actuaban como dentro de un sistema autosostenible, en el que podían anticipar mis rutinas de escritura y ofrecer sin demora alternativas de fácil absorción y rápida asimilación, que imagino yo me volverían adicto a buscar más distracciones... vamos, que de pronto son como una droga...

- ¿"De pronto" dice? Se atreve a dudar de que esa sea la principal razón de su bloqueo y su indisciplina? ¿Se ha vuelto usted tan descarado como lo que consume?

-
Bueno bueno, digamos que sí, que la analogía que acabo de hacer se ajusta muy bien al problema que describí en un principio. Pero mencioné también que ya estoy superando ese espinoso obstáculo, que ya estoy percibiendo avances, lentos pero satisfacedores. Y ahora que lo pienso, podría volver al block de notas que tengo en formato físico, pues así podría soltarme más de lo que ya me he soltado. Y ahora que también lo pienso, ¿Quién es usted para subrayar mis fallas y mis debilidades con tanta saña? Es más, y es una pregunta que debía hacerla desde un principio, ¿Quién es usted?

- Que usted pregunte eso es algo que me asombra. Debería ya saberlo.

- Uhmmm... ahora el asombrado soy yo. Veo que no ha entendido mi pregunta.

- ¿Cómo debería yo comprenderla entonces?

- Pues de una forma similar a la que usted pretende que yo entienda, no veo de otra. Usted a mí no me engaña: con esa forma de hablar tan acartonada y caótica sólo logra alimentar mi indisposición hacia esta charla...

- Sepa usted que usted a mí tampoco me engaña, ni lo ha logrado antes ni lo conseguirá ahora. ¿O es que cree que solo yo me expreso con obsequioso léxico? No crea que no he notado que nuestros estilos de expresión son similares, que tendemos a usar neologismos o a inventar palabras, que ambos solemos adornar nuestras frases con sutileza pero también con cierto dejo de ironía, aun si no sabemos a ciencia cierta si logramos los efectos que deseamos? ¿Cree que no lo he notado, de verdad lo cree?

-
Mire: de todo esto solo creo que el control de este evento se nos ha escapado de las manos. Mire no más como nos hemos desviado del tema.

- Cómo nos hemos desviado de usted y su ego, querrá decir.

- ¡Eso está fuera de contexto! Me está insinuando que usted piensa que todo este embrollo es solo un intento mío de hacerme ver como el escritorzuelo insulso y ególatra, con ínfulas de personaje reflexivo? ¿Piensa que anestesié mi humildad al momento de tratar de comprender mis comportamientos y decisiones, y que con mis problemas esenciales me percibo como un ente superior a usted y a sus deducciones insultantes?

- Conste que yo no lo dije, no hay necesidad ya...

- Pero si sólo trato de...

- ¿Cómo dice?

- Pues... de defenderme...

- No se esfuerce mucho en defenderse ante ataques imaginados, ya ve lo contraproducente que es... mejor nos organizamos y miramos qué queremos exactamente y cómo es que llegamos a generarnos un problema...

-
Está bien, es lo más sensato que he podido sentir de todo esto. Pero debe saber que yo no soy egocéntrico, ni ególatrista, ni egoico, ni egosexy, ni cualquier maluqueada con el prefijo ego-, ¿Entiende?

- Sí, como sea... (hehehe,
egosexy...)

viernes, 22 de enero de 2010

Pensamientos flojos IV

La escritura egocéntrica,
la escritura socarrona,
la escritura arcaica,
la escritura paranoica y escandalosa,
la escritura insulsa,
la escritura torcida,
la escritura de superficie,
la escritura desencontrada,
la escritura ciega,
la escritura insana,
la escritura falsa,
la escritura arrogante,
la escritura abandonada,
la escritura grosera,
la escritura proscrita,
la escritura estática,
la somera escritura,
la escritura inversa,
la escritura abstracta,
la escritura alterna,
la escritura sibilina,
la escritura imaginada,
la escritura de sabores,
la escritura al viento,
la escritura con queso,
la escritura rítmica,
la escritura resinosa,
la escritura exacta,
la escritura ponderada,
la escritura en duda,
la escritura acorralada,
la escritura del caos,
la escritura aventurera,
la enérgica escritura,
la escritura de los niños,
la escritura sagrada,
la escritura fantástica,
la escritura del júbilo,
la escritura transformada,
la escritura sensible,
la escritura perceptible,
la escritura cosechada,
la escritura sin suturas,
la escritura sanadora,
la escritura que me quiere.

miércoles, 20 de enero de 2010

Partió Erich Seagal

Este miércoles murió en los Londres, a los 72 años, un guionista que sin conocer a fondo logró realmente pegarme un sacudón y no solo de diversión. Hablo de Erich Seagal de quien solo conozco la novela “love story” de la cual luego se sacaría película, y el fantástico guión de la película de culto “Yellow Submarine”. Si, hablamos de la misma ,de la película de los Beatles.

El escritor murió luego de un ataque cardiaco el domingo reportó su familia este miércoles. Seagal padecía desde hace treinta años la enfermedad de Parkinson y durante todo este tiempo libro una dura batalla contra este mal. Desde la distancia mi admiración a este hombre, con su genialidad logró cuestionar, conmover y hacer reír a mas de una generación de soñadores que buscamos trascender por medio del buen cine y demás expresiones de arte. Sea.

Pensamientos flojos III

Hoy me antecede una duda. Estos seis meses que llevo blogueando aquí, sorteando, por un trato mutuo con Heroedeleyenda, el reto continuo de escribir por turnos, bajo la premisa de la posibilidad de escribir sobre cualquier cosa y el riesgo de sufrir un castigo nimio para la generalidad pero vasto para nuestros bolsillos en caso de padecer retrasos en la publicación de entradas, sí, estos seis meses que llevo aquí, ¿Serán el reflejo de un esfuerzo válido por conservar las manos calientes para la escritura en abundancia y el cerebro abierto al ejercicio constante de la misma, o sólo el espejismo de una escribidura vacua y egocéntrica, autocomplaciente, insensible, casi que masturbatoria, de un escribir por escribir que no ha de llevar a ningún sitio? No entiendo muy bien la razón de esta espinosa duda, y para serle sincero a ese cosmos que no alcanzo a ver ni en las noches, preferiría no tenerla entre oreja y oreja. Pero ahí está, pendiente de mi reacción, y con irónica indiferencia ante la desazón que me genera allí dentro.

Hoy sin embargo me sucede una respuesta. No la mejor ni la más elaborada, tal vez incluso peque con ella de repetitivo e ignorante del peligro de caer en un lugar común, pero es la que tengo, y por fortuna me basta. Estos seis meses de blogueo son, como mínimo, una experiencia grata, que poco a poco me dan hecho ganar un poco de paciencia, constancia y disciplina, y han sido más que suficientes para hacerme saber que, aparte de las potencialidades que entrañan la dedicación profunda y sincera a la literatura, escribo para quitarme la pena de no escribir, esa pena que me aguanto como masoquista pero que cada vez tolero menos.

Y aunque suene vulgar, estos seis meses me confirman algo esencial: escribo porque me da la gana, y porque tengo la esperanza de que me siga dando la gana de escribir toda la vida. Ahí tienes, duda carajaria.

domingo, 17 de enero de 2010

Cerveza Colón

Ayer tuve la oportunidad de probar una nueva cerveza que anda como un fantasma entre nosotros, digo como un fantasma porque pocos saben de su existencia. Si, digo pocos porque por ahora solo se vende en restaurantes y hoteles.

El nombre del producto es cerveza Colón, que rindiendo tributo al explorador español viene a conquistar al pueblo Colombiano, y a sacarlo de la ignorancia en cuestión de cervezas. Digo esto porque le apuesta a que probemos cervezas distintas a la rubia, propia de la totalidad de las cervezas nacionales. La competencia de Bavaria tendrá disponible de su producto cerveza rubia, pero también roja y negra; así que ya no tenemos excusas los colombianos para decir que no hemos probado otro tipo de cervezas. Eso será dentro de algún tiempo cuando la cerveza se venda en cualquier establecimiento comercial, si es que ocurre.

El sabor de esta nueva bebida me pareció digno de resaltar, por eso para Colón s.a. los mejores deseos, eso si, la prueba de fuego para esta nueva empresa será el publico de nuestro país que acostumbrado a las cervezas de Bavaria no se cómo recibirán esta nueva, pero bien intencionada envestida del consumismo que pretende al menos hacer temblar un pelín el monopolio productor de casi la totalidad de la cerveza en Colombiana.

Me gusta/No me gusta V

Mientras preparo una entrada extensa de parejas de descripciones, dejo aquí un par de ellas para su lectura sin beneficio. No se abalancen con quejas ni lancen lloriqueos si no les gusta lo que leen; tan solo piérdanse entre la maleza, mamarrachos.


- Me gusta hacerme tronar ciertas zonas de los dedos y el cuello, esto es, doblar mis articulaciones de los dedos y mi cuello hasta que se produzca un chasquido, como un ¡Trak! o algo parecido. Me gusta mucho porque me recuerda al sonido que hace una pasta de espaguetti recién sacada de su empaque cuando se rompe (a veces eso me genera hambre...). Es una costumbre que realizo varias veces al día desde hace muchos años, debido quizá a una rara y ociosa imitacióndel gesto al observar a un integrante de la familia, y que suelo hacer para dilatar la tensión y reducir la molestia de la rutina; no se si sea por alguna especie de efecto placebo, pero me funciona en cierto sentido, porque al menos percibo que estoy "quebrando" el núcleo del dolor, de la molestia o del aburrimiento, en el mejor de los casos. Me gusta además que la gente se impresione al escuchar el traqueteo de mi cuello... ¿Necesidad de llamar la atención? ¿Exhibicionismo innecesario? No se. Digamos que es la posibilidad de ver la expresiones en sus rostros cuando escuchan que salen ruidos de mi cuello lo que me gusta específicamente. No es mucho lo que puda ya añadir al respecto, salvo algunos detalles tan infimamente personales que no vale la pena incluirlos.

- No me gusta el olor y el sabor de la ahuyama. Es más, la odio con las más serias y malsanas intenciones de odio que alguien puede tener hacia un objeto. Si pudiera cavar un agujero sólo para demostrar cuánto odio tengo hacia esa asquerosa, aberrante, nauseabunda e infame masa zapote, probablemente cavaría sin pausas hasta atravesar el otro lado de este maldito mundo, y luego lanzaría toda esa porquería escandalosa por aquel hueco, para que los chinos o los tailandeses hagan con eso lo que les venga en degenerada gana, no se, tal vez la preparen con perro al carbón o serpiente asada, me importa un moco con tal de no volver a saber nada de esa grosería de comestible. Que los dioses perdonen mi odio irreparable (y de paso la sobre adjetivación y los gerundios abundantes que he estado aplicando a este condenado párrafo, que ya se me iba saliendo de mesura) sobre y contra la ahuyama y todos sus derivados, pero es poco lo que puedo hacer para contrarrestarlo de mi memoria gustativa, teniendo en consideración el hecho de que mis expresiones evidentemente negativas hacia el abarrote tengan su origen probable (si mi recuerdo mental no me traiciona) en una noche fea de 1993, cuando fui obligado, a pesar de mis insistencias y mis lloros de niño indefenso y propenso a quebrantos de salud, a comer en una cacerola un plato frío de ahuyama, preparada de la forma que aquí en Colombia se conoce como "poteca", con cierto olor y sabor avinagrados, que denotaban un leve estado de descomposición. El suplicio, adobado con el hecho de que mis alegatos sobre el estado de salubridad de la masa infecta no fueron creídos sino muchos años después, generó en mí un impacto de proporciones yugoslavas (entiéndase lo que se quiera entender) del que no he podido, en mi actualidad, sobreponerme en lo absoluto, que derivó en una aversión tan catastrófica, que en ocasiones el solo recuerdo de las incontables veces en que fui obligado a comer ahuyama genera en mis tripas una sensación parecida a la de la náusea nihilista de mitad del siglo XX.

No me importa ser exagerado en esta diatriba contra mi enemigo alimenticio, a pesar de tener conocimiento del gran poder nutritivo que este posee y de su facilidad de cultivo; mientras me encuentre en el dominio minimamente decente de mis obtusas facultades cognitivas, la ahuyama representará para mí el lado oscuro y adverso de la alimentación, y que, si bien mi odio, que roza lo extremo, no alcanzaría los límites desvergonzados de intentar elinimarla de la faz de este pervertido planeta, se que odiaré y odiaré por periodos de tiempo cercanos a la jodida eternidad a la amenaza amarillenta que ha inspirado estas estúpidas líneas. Ojalá la desidia de mi huevo mental me hubiera permitido un dejo de siniestra creatividad para seguirme extendiendo en palabras contra ese monstruo.

lunes, 11 de enero de 2010

El regalo mas buscado las pasadas navidades

Amazon, el gigante americano de ventas online, acaba de publicar sus cifras de ventas para este fin de año. Y para sorpresas de ellos mismo el gran producto del extinguido 2009 fue el Kindle. Este sofisticado y versátil reproductor de libros digitales o e-books ha causado furor en el medio; tanta fue la cosa, que para el 23 de diciembre se vendieron 9.5 millones de este dispositivo. Con respecto a esto la empresa afirma que el Kindle ha sido escogido por la mayoría de los estadounidenses como el regalo ideal para poner debajo del árbol de navidad.

Es la primera vez, desde la creación de los e-books, que esta tecnología logra superar en ventas a los libros de formato tradicional para ser regalado en las fiestas decembrinas.

¿Se acerca el fin del libro en su formato tradicional? A estas alturas ya nadie lo puede saber, lo cierto es que cada vez es mayor el número de personas que se dejan seducir por estos artilugios del primer mundo que pretenden convertir, hasta la vida misma, a formato digital.

Debo confesar que este Kindle es realmente hermoso, ofrece grandes posibilidades, pero todo sujeto a una conexión a internet que solo está bien posicionada en Estados Unidos, Canadá y México que yo sepa. Aunque esto será por poco tiempo, esta máquina revolucionaria será distribuida a más de 100 países en los próximos meses. No sé que será del futuro del Kindle, veremos si esta maravilla es tan resistente a los minutos, años y segundos que todo carcome y que llamamos tiempo.

domingo, 10 de enero de 2010

Pensamientos flojos II (la amenaza distraída)

Quisiera tener una buena y bonita capacidad de concentración para los momentos en los que escribo. Sería lo mejorcito que podría tener para mis menesteres, de verdad. Podría escribir y escribir sin problemas, porque tendría el oído domesticado para que no le haga caso más que, por ejemplo, al sonido del tecleo, ese dulce sonido que evoca la feliz aparición de palabras en la pantalla del PC, o del calmo sonido del lapicero danzando sobre el block sin rayas, y dejando tras su baile huellas con significado escrito; también tendría dominio sobre mis ojitos, que juiciosos y bellos, estarían atentos a los movimientos de mis dedos sobre el teclado o el block sin rayas, apoyando la gestión cerebral que dirige la escritura, sin perderse un sólo momento en los múltiples estímulos macabros que atentan contra mí cuando quiero hacer una entrada...

...pero no. Mi realidad es un poco más fangosa. Desde que me conozco he visto que carezco de concentración para realizar muchas tareas, y me distraigo en cualquier bicharracada que sea novedad o alternativa de variedad (me perdonarán la cacofonía) mientras estoy escribiendo. Y entonces vierto mi atención en el estímulo macabro aparecido, sin discriminar si es algo efímero, bobo, inútil o falaz. Cuando me doy cuenta, aparece el sueño, la pereza o el mareo, y cualquier excusa comienza a tener validez para alejarme del teclado o del block sin rayas y perderme en la nada incluída en el tiempo de ocio que llega, con impacto abrupto, a destruir el tiempo vivo de escritura por el tiempo muerto de fritura (me perdonarán ahora el colombianismo y la nueva cacofonía).

Y es con esto con lo que tengo que luchar. Nuevamente lo veo: mi nemesis en la escritura soy yo. Y como tal debo reformarme. O no debo, porque en el deber está la desidia y los rencores cuando este se acentúa. Quiero reformarme, encontrar el espacio físico y creativo en el que pueda darle la espalda a las distracciones. Imagino que podré lograrlo con un mínimo de terquedad. Pero basta de promesas -por más confianza que deposite en ellas-. Me entregaré, ahora que he terminado, a los placeres distraídos del ocio sin méritos ni metas.

Pensamientos flojos I

Un día comencé a pensar en que es muy desesperante el hecho de que, si no se hace nada para fortalecer una vida, ésta desaparece sin ducha alguna. De igual forma comencé a pensar que el hecho de saber, creer o tener la convicción terca que se es el responsable de aquello que llaman destino (a merced y al margen por ahora de creencias religiosas o esotéricas), también suele ser una situación entristecedora o, como mínimo, generadora de angustias. Luego pensé en que es más deprimente aún es el hecho de que, sabiendo todo lo anterior y siendo de alguna forma consciente de lo que puede suceder si se abandona la vida, en ocasiones o con notable frecuencia no hago nada al respecto para solucionar el problema de la desaparición vital. Vi que se habla de pulsiones, afectos que actúan como barreras, pereza pura, entre otras cosas (bueno, no tanto: ya sería bastante molesto pensar en una probable fuerza misteriosa que impida el crecimiento personal, la autorrealización o como románticamente le llamo, la felicidad). Ahora, ¿Será posible que se trate de un miedo? ¿Miedo a qué? Sólo basta con averiguarlo, me dije. Porque claro, nadie dijo que era fácil, aunque al menos nadie lo ha querido confirmar. Vaya conceptos...

sábado, 2 de enero de 2010

Una primera impresión sobre Avatar

La última película de James Cameron se encuentra actualmente en nuestros cines, y a pesar de que presenta algunos elementos que desde mi óptica se pudieron trabajar más, realmente es de obligatoriedad acercarse a un cinema y disfrutarla. La película muestra a la raza humana ampliando, como siempre, sus dominios y su poder. En esta película se hace evidente la actualidad de la ciencia, en servicio del poder y los avances militares.

Aparentemente conquistado y repartido el planeta tierra la Raza humana sale en busca de colonizar nuevos lugares. En esta búsqueda encuentran uno que posee una rica reserva de un mineral extraordinario(cualquier parecido...), por el cual nuestra raza está dispuesta a llegar a sus últimas consecuencias. Para lograr internarse en este planeta los seres humanos crean unos avatar que son controlados por científicos desde capsulas a kilómetros de distancia. Pero alguien logra infiltrarse dentro del proyecto científico…

Aunque la película está plagada de personajes y escenas cliches, Pandora, el mundo de los Na”vi no deja de impresionarnos. Aspectos como sus modos de comunicación y sus ecosistemas son de una extraordinaria belleza poética. Eso si debo decir que los Na’vi se me parecen, tanto en apariencia como en algunas de sus prácticas a los Massai Africanos. Además su relación con el planeta y el respeto que este les inspira nos recuerda lo que olvidamos hacer con la Tierra y nos traerá terribles consecuencias futuras. En el film de Cameron esto se ve reflejado de manera simbólica por medio de los sistemas de comunicación utilizados por los Na”vi para hablar con todos los seres vivos de su planeta, la cabellera de esta raza es una red que tiene compatibilidad con todos los demás seres tanto animales como vegetales de Pandora. En ese intercambio no solo se siente la conexión de los alienígenas con su planeta sino que se logra intercambios de información con los ancestros fallecidos pero que siguen existiendo en la cima de arboles sagrados. Todo esto nos recuerda la forma que tiene nuestro cerebro de transmitir información entre sus neuronas (sinapsis).

Las disputas entre fuerzas militares y científicas de nuestra raza, la destrucción de los sistemas vivos del planeta, un amor que trasciende las barreras de la raza, un elegido caído del cielo, los avances científicos capaces de generar control mental sobre un ser reflejado en otro espacio-tiempo y una lucha desesperada por la supervivencia son algunos de los elementos que reúne Avatar, película revelación que logra que por un par de horas nos pongamos, como el protagonista, en contra de nuestra propia raza, que captemos la fealdad en que nos hemos convertido al atacar a nuestra naturaleza, creadora de la raza. En esto radica (su valiosa critica junto a un mágico mundo) desde mi punto de vista lo más valioso de la cinta, y aunque por desgracia terminada la película volvemos en sí y olvidamos su valiosa enseñanza, Avatar es sin lugar a dudas una muestra de lo que este año que paso nos deja: buenas obras de arte. En fin a verla y a crearnos nuestra propia percepción.

viernes, 1 de enero de 2010

Los trenes y la Literatura Chilena (Homenaje a Jorge Teillier)


Cada creación esconde en sus colores, palabras o formas un entramado de universos que solo pueden aprehenderse cuando se buscan sus orígenes en las fronteras del alma de su creador. Sin embargo este universo es casi palpable, sentible, digerible sin la necesidad de ser preso por el entendimiento, pues la obra es reflejo de un creador que ha sido superado por su obra. Cada artista difiere de los otros, debido a la misma naturaleza de su pensamiento y emociones que han sido nutridas por elementos diversos que determinan su posición en el mundo.

A pesar de esas diferencias que habitan en cada artista y que son propias de sus interacciones, experiencias, miedos y demás, hay elementos inconscientes; arquetipos que llegan siempre ha calar tan profundo en una generación o en un país que producen maravillosas antologías en torno a un solo tema. Ese es el caso de la Antología El tren en la poesía chilena realizada por el poeta austral Jorge Montealegre, quien en homenaje al fallecido creador Jorge Teillier reúne los mejores poemas construidos en torno a este viaje a través de vagones, paisajes y mundos que solo el que se dispone a viajar, a internarse en la profundidad de paisajes lejanos logra atrapar. Cada poeta de esta antología posee su propio universo, sus propias indagaciones, diversas entre sí, pero que con motivo del tren, arquetipo de la literatura y poesía chilena se unen en un solo encuentro, en un solo universo que llamamos chile. La lectura de cualquiera de los poemas nos permite sumergirnos en el universo privado de cada poeta, de su subjetividad, de sus emociones, pero todo atravesado por un momento y un modo de ver el mundo ligado a los viajes en ferrocarril.

Así como sucede con los trenes en chile, cada país posee elementos colectivos de los cuales se nutren la escritura y el arte a lo largo de la historia y del tiempo, pero no son tan visibles debido a que en ocasiones no se generan apoyos y espacios para la compilación y exhibición de estos aconteceres que no solo enaltecen la poesía, sino que rescatan las raíces y características de la forma de vivir de los diferentes pueblos.

Quiero terminar este sencillo homenaje con un poema de este magnifico escritor Chileno de su libro Los trenes de la noche, 1964.

17


Ha terminado el verano.
Regreso a la ciudad como tanta otras veces
en el sudoroso tren de la tarde.

Ha terminado el verano,
no sin antes marchitar con sus manos polvorientas a los girasoles,
no sin antes resecar los cardos que crecen junto a los rieles.
A la ciudad debía acompañarme el viento del sur.
El viento que se queda rondando por los campos y es el sereno
que los villorrios escuchan sin esperanza todo el invierno
como ancianos que en caserones ruinosos pegan sus oídos a relojes sin agujas.
El viento que barre con cardos y girasoles.
El viento que siempre tiene la razón y todo lo torna vacío.
El viento.
Quizás debiera quedarme en este pueblo
como en una tediosa sala de espera.
En este pueblo o en cualquier pueblo
de esos cuyos nombres ya no se pueden leer en el retorcido letrero indicador.
Quedarme resignado como una mosca en invierno
escribiendo largos poemas deshilvanados
en el reverso de calendarios inservibles
sin preocuparme de que nadie los lea o no los lea,
o conversando con amigos aburridores
sobre política, fútbol o viajes por el espacio
mientras tictaquean las goteras del bar.

Todo empieza a quedar en penumbras.
El viento apaga la luz de los últimos girasoles.
Todo está en penumbras.
La campana anuncia la llegada del tren
y siento el mismo temor del alumno nuevo
cuando sus compañeros lo rodean en el patio de cemento de la escuela.
Pero debo dejar el pueblo
como quien lanza una colilla al suelo:
después de todo, ya se sabe bien
que en cualquiera parte la vida es demasiado cotidiana.

Hasta luego: rieles, girasoles,
maderas dormidas en los carros planos,
caballos apaleados de los carretoneros,
carretilla mohosa en el patio de la casa del jefe-estación,
tilos en donde los enamorados han grabado torpemente sus iniciales.

Hasta luego,hasta luego.
Hasta que nos encontremos sin sorpresa
viajando por los trenes de la noche
bajo unos párpados cerrados.