El futbol siempre significó muy
poco para mí, lo practiqué de niño en la carretera frente a mi casa, junto a
mis amigos del barrio, y en ese entonces un par de piedras que marcaban los
arcos y un balón eran suficientes para compartir alegrías que para mí no
pasaban por hacer goles o jugadas; sino por el hecho de jugar y compartir con
ellos. En el colegio lo practiqué poco, solo cuando no había opción de ir al
club de ajedrez o cuando a falta de jugadores tenía que llenar el hueco
faltante para el equipo. No lo jugué más porque no soy bueno, pero
principalmente porque no me apasiona, no mueve en mi ninguna fibra que me conecte
con el alma.
Por otro lado, verlo me
interesó un poco más, cuando me despertaba los sábados a la mañana encendía el
televisor y veía fragmentos de los partidos de la Premiere League de
Inglaterra. Había (aún hay) muchas emociones y estrategias que me gustaba
observar incluso sin tener gran idea de los equipos que jugaban. Con el tiempo,
se volvió para mí un hábito alternar los partidos de la premiere con las
carreras de la fórmula uno. Fue tanto el interés que terminé por aseverar que
era fanático del Manchester United. Sin embargo, con el paso de los años esto
se fue disipando mientras iba explorando mi verdadera pasión deportiva, el
tenis. Durante muchos años el futbol desapareció de mi vida y me volqué a las
canchas de tenis donde me siento realmente feliz.
Aquí en Buenos Aires, desde un
tiempo para atrás ha vuelto el futbol a mi vida. Sin darme cuenta del todo me
descubría viendo futbol a granel: Champions League, premier League,
Sudamericana, Libertadores. Solo hace poco empecé a pensar en esa conducta como
un síntoma, el futbol es tan universal que siempre que prendo el televisor me
puedo ocupar en ver algún partido. Pero ¿por qué querría yo ocupar mí tiempo
con futbol? Porque este me permite huir, no hacerme cargo de mismo, no puede
ser con tenis u otra de mis pasiones porque no son tan masivas y fáciles de
conseguir como el futbol. Aún sigo viendo futbol pero no con esa capacidad
enorme que lo hacía unos meses antes, pero ahora sé que tengo que dejar un
nuevo escape y seguir bajando a las profundidades de lo que sea que consume mis
energías y que dejan a mi alma en la más absurda y desalentadora oscuridad.